sábado, 6 de febrero de 2016

¿Sabes que, cuando lloras a tus muertos, lloras por ti y no por ellos?

¿Sabes que, cuando lloras a tus muertos, lloras por ti y no por ellos? Lloras porque los perdiste, porque no los tienes a tu lado, porque si todo concluye con la muerte, tus muertos ya no están, ni siquiera para sufrir por haber muerto; si la vida continúa más allá de la muerte, ¿Por qué apenarte por tus muertos?. Cuando hayas terminado de aceptar que tu muertos se murieron, dejarás de llorarlos y los recuperarás en el recuerdo para que te sigan acompañando con la alegría de todo lo vivido…No te mueras con tus muertos, recuerda que donde ardió el fuego del amor y la vida, debajo de las cenizas muertas, quedan las brasas esperando el soplo para hacerse las llamas. Si dices, que sin tus muertos no podrás seguir viviendo, no digas que porque los amabas tanto, sino por cuanto los necesitabas, (y no es lo mismo amar que necesitar). Si lo aceptas así tal vez descubras para tu crecimiento que tu vida consiste en ser tu vida… ¡Y no la de los otros!, No frenes tus lágrimas cuando llegan, ni fuerces el llanto cuando se aleja no dejes de llorar, porque alguien lo reprueba, ni te obligues a llorar porque sino: “¿Qué dirán los otros?”  Respeta tu dolor, y tu manera de expresarlo.No te mueras con tus muertos; ¡déjalos partir, como parten las golondrinas en otoño, para anidar en otros climas y volver más numerosas y crecidas, en otra primavera!Las lágrimas que ocultas el dolor que escondes y la protesta que callas, no desaparecen:  Quedan al asecho del momento en el que puedan estallar. Y es mejor que lo vivas todo en su tiempo y en su hora. Es común que las personas guarden buena cantidad de culpas para reprocharse ante sus muertos. ¡No lo hagas contigo! Tus muertos no ganan nada, con tus insomnios de remordimientos.   Ámalos ahora; recuérdalos con amor, y, quizás, si ganen algo….Como otro nacimiento….Tú y yo solo vemos una cara de la muerte, la del otro lado se nos escapa.  Si desde el seno de tu madre hubieras visto nacer un hermano, creo que lo hubieras llorado como muerto, hasta nacer tu y reencontrarlo.  ¿Qué sentirías si miraras la muerte como otro nacimiento?….A la hora de cosechar…Tus muertos no están en el cementerio.  Nunca estuvieron ahí, salvo cuando estaban vivos   ¿Me preguntas dónde están…?   Y no puedo responder por ti.  Yo sé donde están “para mi” los míos; pregúntate tu a ti mismo donde crees que están “para ti” los tuyos  El cementerio es como un surco donde se arrojan las semillas,.Ningún sembrador vuelve a remover la tierra para buscar las semillas ya sembradas; regresa al campo a la hora de cosechar espigas.
Autor: Rene J. Trossero

domingo, 31 de enero de 2016

Para embozar el rostro con una sonrisa...., siempre es bueno.

Foto de Any Martin De Tigre.

“Querida esposa: Comprenderás que ahora que tienes 54 años, yo tengo ciertas necesidades que tú ya no puedes satisfacer. Soy muy feliz contigo, te considero una esposa maravillosa y sinceramente, espero que no te sientas herida u ofendida al saber que cuando recibas este fax, voy a estar teniendo sexo en el Hotel Camino Real con Vanessa, mi secretaria, que tiene 18 años. No obstante, llegaré a casa antes de la medianoche”.
Cuando el hombre vuelve a su casa, se encuentra una nota sobre la mesa del salón que dice:
Querido esposo: He recibido tu fax y no puedo evitar darte las gracias por el aviso. Aprovecho la oportunidad para recordarte que tú también tienes 54 años. Al mismo tiempo, te comunico que para cuando leas este mensaje, estaré dándome un revolcón en el Gran Hotel Fiesta con Miguel, mi profesor de tenis que, al igual que tu secretaria también tiene 18 años.
Como además de ser un empresario de éxito, eres licenciado en Matemáticas, podrás comprender fácilmente que estamos en las mismas circunstancias, pero… con una pequeña diferencia:
“18 entra más veces en 54, que 54 en 18″. Por lo tanto, no me esperes esta noche, llegaré mañana."

Entre las pertenencias del paciente....las enfermeras encontraron este poema

¿Qué veis vosotras, enfermeras? ¿Qué veis? 
¿Qué pensáis cuando me veis? 
Un viejo cascarrabias, no muy listo. 
Con hábitos extraños y mirada distante. 
Al que la comida le cae por la comisura de los labios y nunca responde. 
Al que decís en alto: „Al menos podría intentarlo“.
Que parece no darse cuenta de las cosas que hacéis. 
Y que siempre pierde algo. ¿Un calcetín o un zapato? 
Que, oponiendo resistencia o sin oponerla, os deja hacer. 
Que ocupa sus largos días con el baño o la comida. 
¿Es eso lo que pensáis? ¿Es eso lo que veis? 
Pues entonces abrid los ojos, enfermeras, vosotras no me veis. 
Os diré quién soy, ahora que estoy sentado
haciendo lo que me decís y comiendo cuando me pedís:
Soy un niño de 10 años, con padre y madre, 
hermanos y hermanas, que se quieren. 
Un chico de 16 con alas en los pies, 
que sueña con encontrar pronto el amor. 
Un novio con 20, al que el corazón le brinca. 
Que recuerda los votos que prometió cumplir. 
Que con 25 ya tiene sus propios niños,
A los que ha de guiar y dar un seguro hogar.
Un hombre con 30, cuyos hijos crecen rápido. 
Unidos los unos a los otros con lazos que han de durar. 
Con 40, mis jóvenes hijos han crecido y se han ido. 
Pero mi mujer está conmigo para ver que no entristezco. 
Con 50 vuelven a jugar bebés en mi regazo. 
Volvemos a conocer a niños, mi amor y yo. 
Días oscuros sobre mí, mi mujer ha muerto. 
Miro al futuro y me estremezco. 
Mis hijos tienen sus propios hijos. 
Y pienso en los años y en el amor que conocí. 
Yo soy ahora un viejo. La naturaleza es terrible. 
Me río de mi edad como un idiota.
Mi cuerpo se viene abajo. Gracia y fuerza se despiden.  
Ahora solo queda una piedra, donde latía un corazón. 
Pero en esta vieja carcasa aún vive un hombre joven. Y mi maltrecho corazón-se hincha.Me acuerdo de las alegrías, me acuerdo de las penas. 
Y vivo y amo, todos los días. 
Pienso en los años, tan pocos y que se fueron tan rápido.
Acepto el hecho de que nada puede quedar. 
Así que abrid los ojos. Abridlos y mirad.
Nada de viejo cascarrabias.
Mirad más de cerca. ¡Vedme a MÍ! 
Flickr/ Addie VanDreumel
No asumas que el viejito de tu lado ya no ve nada. Él vive y siente como tú. En cada uno de nosotros late un corazón que se mantiene joven aunque el cuerpo se estropee. Recuerda las palabras de este anciano siempre que veas a una persona mayor, y compórtate como se merece. Comparte este poema con tus amigos y recuérdales que el corazón no envejece.