jueves, 10 de septiembre de 2015

Los sirios se quieren ir de Uruguay.


Como todos saben resulta que los Sirios que vinieron como refugiados en octubre del 2014 a Uruguay ahora se quieren ir.
Por experiencia propia sé que es muy difícil adaptarse a vivir en en un país al que no conocemos, diferentes costumbres, idioma, política, religión, etc.
La idiosincrasia de los diferentes continentes y países siempre es diferente a la propia y nos tenemos que amoldar a su idioma, costumbres y legislación.
Uruguay hizo lo mejor que pudo para ayudar a estas familias, de hecho aunque algunos trabajan, el gobierno les esta dando un subsidio con base de $29000 pesos por mes por dos años (1000 dólares), ya paso uño, solo les queda uno..
Como ahora los están recibiendo en Europa y en Alemania les van a dar cuatro años de ayuda humanitaria les conviene irse para allí, de tontos no tienen nada.
Aparte hay cosas que aquí no se les tolera, uno de ellos ya tuvo problemas con la ley por golpear a su esposa, para ellos es algo normal, son muy machistas, esos abusos aquí son mal vistos y condenados por la sociedad y si la esposa sostiene una denuncia también por la ley.
Ojalá cuando yo emigré por las condiciones paupérrimas en que estaba el Uruguay en los años 1970,(falta de trabajo, inseguridad, sueldos miseros, asistencia médica publica de verguenza y los que los únicos que se enriquecían eran los gobernantes de turno), me hubiera recibido un gobierno con casa comida y un subsidio para vivir tranquila un tiempito mientra encontraba trabajo.
Aquí les dejo algunas de las declaraciones que dieron estos "jefes" de familia, ustedes saquen sus propias conclusiones.

N. Garrido
Tiene 15 hijos y está radicado en Juan Lacaze. En el Líbano todos los integrantes de la familia trabajaban en la agricultura. Reclaman que no se les haya dado un campo para trabajar al llegar a Uruguay. Además, asegura que le "pusieron trabas" para adquirir ovejas y vacas por lo que comenzaron a trabajar por su cuenta vendiendo comida árabe, pero ganan "muy poca plata".
Marei también tiene una postura radical. Manifiesta que no quiere vivir en Uruguay y prefiere viajar "a cualquier país de Europa", aunque si pudiera elegiría Alemania o Suecia, porque entiende que allí se trata mejor a los refugiados que en Uruguay.
Maher Aldees
"Escapamos de la muerte, de la guerra y llegamos a la pobreza", indicó Maher, un ciudadano sirio, padre de cuatro hijos. Luego de que llegaron a Uruguay en calidad de refugiados, fueron reasentados en Piriápolis, donde Maher trabaja pintando casas. Aseguró que le "pagan bien".
"Nos prometieron una vida fácil pero todo es caro", dice, y aclara que para él "vivir pobre es peor que la guerra".
Ibrahim Al Mohammed
"Vine de la guerra, sin nada, miro al futuro, un poco adelante, y no tengo nada", aseguró Ibrahim. Desde que se fue de su país natal, Siria, nunca volvió. En Alepo tenían una casa, dinero y una tienda de ropa, pero "con la guerra se fue todo", aseguró. "Ahora no se si tengo tienda", dice.
En Uruguay trabajó "siete horas en un hospital en un hospital por $11.000". Con ese dinero "debo alimentar a mi esposa y a mis tres hijos menores de cinco años", por lo que en estas condiciones no proyecta un futuro para su familia en Uruguay.
Ibrahim manifiestó temor por el futuro de sus hijos. Dice que si el gobierno uruguayo les asegura la extensión del subsidio se quedará en el país. Recordó que en algunos países europeos se le brinda ayuda por cuatro años y no por dos como Uruguay. En caso de no encontrar una salida a su situación económica, evalúa dejar el país aunque no tiene un destino determinado.
Nasser
En el Líbano, Nasser y su familia trabajaban en una barraca, vendiendo bloques y materiales para la construcción. Para él y su familia "el problema es Uruguay", porque son una familia numerosa y no pueden cubrir las necesidades básicas. Nasser es padre de 13 hijos y no puede trabajar por tener problemas en la espalda, por lo que entiende que su situación "no tiene solución".
Sin embargo indica que si les aseguran un futuro en Uruguay se quedará en el país.

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