lunes, 20 de julio de 2015

El Hada


Era una de esas tardes de noviembre tan gris que aunque eran las cuatro parecía que ya fuera de noche. Había llovido por la mañana y los árboles rezumaban humedad y las ramas, sin hojas, estaban cuajadas de gotas. Ese ambiente había impregnado también la Sala Infantil y todo parecía adormecido y apagado. En esto, Laura gritó: “¡Llega el Hada Leopoldina!” y los niños se incorporaron y la sala de se llenó de animación.
En la sala entró Doña Leopoldina García de Castro. Lo de Leopoldina había sido cosa de su padre y abuelo, que ante la imposibilidad de que naciera un hijo y la saga de los Leopoldos se perdiera, decidieron que la única hija y nieta se llamara así. Nunca fue Leo, ni Poldi, ni Dina, siempre fue Leopoldina.
Lo de Hada fue cosa de Laura que cuando la vió se lo dijo: “¡Eres como el hada de la peli de Cenicienta!” y efectivamente, doña Leopoldina se parecía. Era una señora de pelo blanco, bajita, rechoncha, con unos rizos que se le escapaban de la especie de castaña en la que se recogía el pelo y unos ojos muy alegres que miraban por encima de las gafas que siempre llevaba escurridas encima de la punta de la nariz. David, que era otro niño de la sala pensaba que, si existiera, podría ser una Mama Noel… pero claro, como sólo había Papá Noel….
¿Qué nos traes hoy? ¿Qué nos vas a contar? Dijeron los niños a coro.
“Hoy os voy a poner una película muy especial” dijo Leopoldina, mientras se dirigía al televisor. Introdujo la cinta y quitó el volumen.
¿Qué veis aquí? Preguntó: “Un enano” dijo Lucas. “Un hombre sin brazos” añadió María. “Un bufón de la corte” dijo David que había estudiado los cuadros de Velázquez….y los niños siguieron dando su opinión sobre la persona que se veía en la pantalla. Leopoldina les dejó hablar y finalmente dijo: “Os voy a presentar a Thomas Quasthoff“.
¿Quién es, dinos quien es?¿Qué le pasó? Por qué es así? Decían todos los niños al unísono.
-Nació así, sin brazos y sólo ha llegado a medir 1.34. Como tú de alto, Lucas- añadió Leopoldina señalando al niño. -Pero el también descubrió su don, el quería cantar. Y lo tuvo tan difícil como os podaís imaginar. En el colegio y más tarde, cuando quiso aprender a cantar, no le dejaron por que en Alemania, Thomas es alemán, para poder cantar hay que tocar un instrumento y claro como no tenía brazos…Y ¿qué creeis que hizo? Pues ¡tomó clases particulares!…por que dentro él sentía que podía ser un gran cantante, un gran artista y siguió y llegó el éxito, a pesar de los pesares, sin echarse para atrás…Le ha costado 15 años, pero ahí están los premios… y todos se maravillan que pueda tener esa voz.
Una vez le preguntaron ¿Qué preferiría Usted, ser normal sin esa voz o seguir como es? Y …¿Sabéis lo que dijo? Preguntó Leopoldina a los niños. Pues que prefería ser así y cantar.
En la sala sólo se escuchaba silencio y entonces Leopoldina puso el volumen.
La voz maravillosa, dulce y potente de Thomas Quasthoff, lo llenó todo. Al principio fueron unos lied de Schubert, alegres, llenos de esperanza y de fe en la vida y luego fue un aria de Fidelio…La figura de Thomas crecía y crecía a los ojos de los niños y su voz les abrazó a todos…y la sala se llenó de luz y los árboles parecían de plata.
Cuando más tarde llegaron los padres de Laura con la abuela Loliña, se asombraron de ver su alegría, su entusiasmo.”Ha venido el hada” les dijo excitada y contenta. Tanto fue así que su padre creyó que volvía la fiebre. Laura repetía “Ha venido el hada”. Sólo la abuela Loliña, con su dulce acento gallego murmuró: “Creer no creo pero haberlas… haylas”.
Nota. El 5 de marzo de 2005 Thomas Quasthoff cantó con Plácido Domingo en La Filarmónica de Berlín a beneficio de las víctimas del Tsunami.
Marta Escardó

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