sábado, 1 de noviembre de 2014
Leccion de amor
"El amor es como una cajita, donde se coloca y se saca... Cuando se da amor, se saca de nuestra cajita y se coloca en la cajita del otro. Cuando se recibe amor, se saca de la cajita del otro y se coloca en la nuestra."
Creo que esa fue la mejor explicación que recibí hasta hoy del amor ... Si solo se recibe y no se da, la cajita se llena y nadie mas consigue darte amor. Si solo se da, llega un momento que se acaba el tuyo. Por eso en la vida es importante dar y recibir amor. No siempre aquel que recibe de nosotros es quien nos lo da. Ni siempre damos de quien recibimos. Pero siempre estamos haciendo cambios y reciclando nuestro stock de amor.
No dejes que tu cajita se vacíe, ni dejes que tu cajita se llene. Sepa dar y sepa recibir. Coloca amor en todo lo que haces, desde que te levantas hasta que te acuestas, en el trabajo, en el tránsito, en casa... Las cosas, los detalles hechos con amor tienen otro sabor, tanto para quien lo hace como para quien recibe. Coloca amor en tu sonrisa por la mañana. Coloca amor en el Buen Día. Coloca amor en los detalles del día. Coloca amor en las pequeñas cosas, y en las grandes también. Y verás que tu vida estará llena de realizaciones, suceso, alegrías, cosas buenas y amor. Recuerda que la felicidad solo depende de nosotros y vive mejor!!!
viernes, 31 de octubre de 2014
EL COLOR DE LA ARENA.
Es un poquito largo, pero vale la pena leerlo para valorar
todo lo que tenemos.
Aunque es un cuento para niños, nos deja muchas enseñanzas.
Dice mi abuelo que el mundo es muy grande.
todo lo que tenemos.
Aunque es un cuento para niños, nos deja muchas enseñanzas.
A todos aquellos que sufren en campos de refugiados
Dice mi abuelo que el mundo es muy grande.
Tan grande que si juntara todos nuestros rebaños mil veces
aún quedaría espacio para muchos otros rebaños, mil veces
como el nuestro. A mí me gusta dibujar los rebaños en la arena.
aún quedaría espacio para muchos otros rebaños, mil veces
como el nuestro. A mí me gusta dibujar los rebaños en la arena.
Todos los camellos y las cabras tienen el mismo color en la arena.
.Pero yo sé que cada camello es distinto. Que cada cabra es distinta.
Al atardecer, cuando encierro las cabras en el corral,
sé siempre si falta alguna. Y sé cuál falta. Lo sé por el color
de cada animal, y por los dibujos que hay en su piel.
Hoy he echado en falta a Nadjama. Tiene una mancha
blanca en la frente, en forma de estrella.
.Pero yo sé que cada camello es distinto. Que cada cabra es distinta.
Al atardecer, cuando encierro las cabras en el corral,
sé siempre si falta alguna. Y sé cuál falta. Lo sé por el color
de cada animal, y por los dibujos que hay en su piel.
Hoy he echado en falta a Nadjama. Tiene una mancha
blanca en la frente, en forma de estrella.
En la arena puedo dibujar a Nadjama, pero no puedo pintarle
de blanco la estrella. Cuando pierdo a Nadjama en las dunas,
vengo desde allí dibujándola en la arena. Cada pocos pasos
me paro, me agacho y hago su dibujo con el dedo.
Y a su lado, el corral. Si ella ve mis dibujos, los sigue
hasta volver al corral. Eso si no se despierta el siroco y se me los lleva.
de blanco la estrella. Cuando pierdo a Nadjama en las dunas,
vengo desde allí dibujándola en la arena. Cada pocos pasos
me paro, me agacho y hago su dibujo con el dedo.
Y a su lado, el corral. Si ella ve mis dibujos, los sigue
hasta volver al corral. Eso si no se despierta el siroco y se me los lleva.
Mi madre dice que las cabras no miran los dibujos de los niños
en la arena. Pero yo sé que Nadjama sabe volver sola porque
sigue mis dibujos. Nadjama tiene hambre. El resto del rebaño,
también. Lo sé porque come los cartones y el papel que
encuentra por ahí. Dice el abuelo que no recuerda una época de
sequía como la de ahora.
en la arena. Pero yo sé que Nadjama sabe volver sola porque
sigue mis dibujos. Nadjama tiene hambre. El resto del rebaño,
también. Lo sé porque come los cartones y el papel que
encuentra por ahí. Dice el abuelo que no recuerda una época de
sequía como la de ahora.
El abuelo es sabio, porque ha vivido muchos años y sabe
muchas cosas. A veces me cuenta historias que casi parecen
imposibles de creer. Cuenta que, cuando tenía mi edad,
llevaban las caravanas de camellos hasta el mar.
Pero eso fue antes de la guerra. Una guerra que,
según cuentan los mayores, nos sacó de nuestras tierras
y dejó al abuelo cojo para siempre.
muchas cosas. A veces me cuenta historias que casi parecen
imposibles de creer. Cuenta que, cuando tenía mi edad,
llevaban las caravanas de camellos hasta el mar.
Pero eso fue antes de la guerra. Una guerra que,
según cuentan los mayores, nos sacó de nuestras tierras
y dejó al abuelo cojo para siempre.
El abuelo dice que el mar es azul. Yo nunca lo he visto.
Pero lo he dibujado en la arena. Mi mar no es azul.
Es del mismo color que las cabras y los camellos:
del color de la arena. Dice también el abuelo que el
día que yo vea el mar, podré pintarlo de azul, y que
ese día seremos libres. Yo no sé cuándo veré el mar.
Pero me gustaría pintarlo de azul.
Pero lo he dibujado en la arena. Mi mar no es azul.
Es del mismo color que las cabras y los camellos:
del color de la arena. Dice también el abuelo que el
día que yo vea el mar, podré pintarlo de azul, y que
ese día seremos libres. Yo no sé cuándo veré el mar.
Pero me gustaría pintarlo de azul.
Tampoco tengo lápices de colores. Antes, había una
caja en la escuela. Pero poco a poco los lápices se
fueron haciendo chiquitos, hasta que no podíamos
cogerlos con nuestros dedos. No teníamos lápices,
pero aun quedaba papel y yo hacía los dibujos con ceniza.
La cogía del brasero, sin que mi madre se diera cuenta.
Después de tomar el té, cuando ella recogía los cacharros,
yo me acercaba y me llenaba los bolsillos de ceniza aún caliente.
Alguna vez, hasta llegué a quemarme.
caja en la escuela. Pero poco a poco los lápices se
fueron haciendo chiquitos, hasta que no podíamos
cogerlos con nuestros dedos. No teníamos lápices,
pero aun quedaba papel y yo hacía los dibujos con ceniza.
La cogía del brasero, sin que mi madre se diera cuenta.
Después de tomar el té, cuando ella recogía los cacharros,
yo me acercaba y me llenaba los bolsillos de ceniza aún caliente.
Alguna vez, hasta llegué a quemarme.
Poco después, se acabó también el papel y entonces dejé ya de
recoger ceniza para pintar. Maima, la maestra, era la única que
tenía un lápiz. Era un lápiz extraño, muy grueso y de color blanco.
Lo llamaba tiza. Ella dibujaba con la tiza una letra en la
tablilla de madera y nosotros la teníamos que copiar en el suelo
con un palito. Si no teníamos palitos, lo hacíamos con el dedo.
Decía la maestra que si nos gustaba dibujar, también nos gustaría escribir.
recoger ceniza para pintar. Maima, la maestra, era la única que
tenía un lápiz. Era un lápiz extraño, muy grueso y de color blanco.
Lo llamaba tiza. Ella dibujaba con la tiza una letra en la
tablilla de madera y nosotros la teníamos que copiar en el suelo
con un palito. Si no teníamos palitos, lo hacíamos con el dedo.
Decía la maestra que si nos gustaba dibujar, también nos gustaría escribir.
—Los dibujos significan cosas. Y las palabras también.
Pronto aprendí a escribir. Mis primeras letras se las llevó el viento…
Ese día, había tardado mucho en dibujar mi nombre.
Con mucho cuidado, había trazado con el dedo mi nombre en la arena.
¡Estaba escribiendo! Quería que mi padre, mi madre, mi abuelo
y mis hermanos y mis hermanas vinieran a ver mi primera palabra
escrita. Después de clase, corrí alborozado a la jaima:
Ese día, había tardado mucho en dibujar mi nombre.
Con mucho cuidado, había trazado con el dedo mi nombre en la arena.
¡Estaba escribiendo! Quería que mi padre, mi madre, mi abuelo
y mis hermanos y mis hermanas vinieran a ver mi primera palabra
escrita. Después de clase, corrí alborozado a la jaima:
—¡Mamá, papá, abuelo! ¡Ya sé escribir, ya sé escribir! Venid todos… ¡Mirad!
Y cuando llegaron, el viento se había llevado mis letras.
Mis primeras letras, mi primera palabra… «Abdulá»,
que es como me llamo. Allí donde antes estaba
mi nombre, sólo quedaban pequeños montículos de arena,
uniformes, perfectos. Ni rastro de mis letras. Me eché a llorar.
Mis primeras letras, mi primera palabra… «Abdulá»,
que es como me llamo. Allí donde antes estaba
mi nombre, sólo quedaban pequeños montículos de arena,
uniformes, perfectos. Ni rastro de mis letras. Me eché a llorar.
—¡El viento es un ladrón!
Ese día comprendí un poco al abuelo, cuando siempre me
decía que en el desierto todo es efímero, fugaz.
decía que en el desierto todo es efímero, fugaz.
—Hasta las estrellas, hijo mío. Yo miraba al abuelo sin entender nada.
—Hoy hay sequía, y lloramos por querer lluvia.
Mañana vendrá la lluvia y lloraremos por las plagas de langostas,
que arrasan todas las cosechas a su paso.
Y a mí me parecía que ese «mañana» nunca llegaba.
Mañana vendrá la lluvia y lloraremos por las plagas de langostas,
que arrasan todas las cosechas a su paso.
Y a mí me parecía que ese «mañana» nunca llegaba.
Yo he visto llover tres veces. Casi no me acuerdo.
Era muy pequeño la última vez que llovió.
Acostumbrado a las tormentas de arena, recuerdo que el agua me molestaba.
Era muy pequeño la última vez que llovió.
Acostumbrado a las tormentas de arena, recuerdo que el agua me molestaba.
—Papá, ¿has visto alguna vez una plaga de langostas?
—Sí, hijo, es cuasi peor que la sequía. Cuando el viento
es favorable avanzan doscientos kilómetros cada día.
es favorable avanzan doscientos kilómetros cada día.
—Y se llueve, ¿llegarán hasta aquí las langostas?
—No creo, hijo. Aquí no hay nada que arrasar,
ni nada que comer. En este árido desierto,
no crece apenas nada. Vi plagas de langosta cuando
estábamos en nuestras tierras.
ni nada que comer. En este árido desierto,
no crece apenas nada. Vi plagas de langosta cuando
estábamos en nuestras tierras.
Ahora, según el abuelo, estamos en tiempo de sequía.
Hace años que no llueve. Ni por aquí, ni donde pastorea
mi padre con los camellos. Papá pasa mucho tiempo
fuera de casa, se va con otros hombres del campamento
y sus rebaños y tarda meses en volver.
Hace años que no llueve. Ni por aquí, ni donde pastorea
mi padre con los camellos. Papá pasa mucho tiempo
fuera de casa, se va con otros hombres del campamento
y sus rebaños y tarda meses en volver.
Dice el abuelo que se nos mueren muchos camellos
porque no hay agua. Tienen que ir a pastar muy lejos.
Tan lejos, que mueren de sed y de hambre por el camino.
Yo no quiero que mi rebaño se muera.
porque no hay agua. Tienen que ir a pastar muy lejos.
Tan lejos, que mueren de sed y de hambre por el camino.
Yo no quiero que mi rebaño se muera.
Esta mañana he hecho otro de mis dibujos. Mi rebaño. Las cabras
y los camellos, rodeados de cactus, de palmeras, de áloes,
de acacias… Hasta he dibujado un baobab en el centro.
y los camellos, rodeados de cactus, de palmeras, de áloes,
de acacias… Hasta he dibujado un baobab en el centro.
—Eres bobo, Abdulá —se burla mi hermano—. Bobo, más que bobo.
Eso que has dibujado no existe. Pero yo sé que sí existe, me lo ha
contado el abuelo. Y me lo ha enseñado en su libro.
Dice que eso es un oasis.
Eso que has dibujado no existe. Pero yo sé que sí existe, me lo ha
contado el abuelo. Y me lo ha enseñado en su libro.
Dice que eso es un oasis.
El abuelo es sabio.
—Algún día, verás todos esos arbustos y árboles juntos,
y podrás pintarlos de color verde. De muchos verdes distintos.
Ese día, Abdulá, ese día seremos libres.
y podrás pintarlos de color verde. De muchos verdes distintos.
Ese día, Abdulá, ese día seremos libres.
Mientras no llegue ese día, mi oasis, como mi rebaño y mi mar,
será del color de la arena. En cuanto se despierte el viento
de la tarde, sé que mi oasis color arena desaparecerá.
Como desaparecen todos mis dibujos. Se los lleva el viento.
Pero entonces haré otro dibujo: mi hermana mayor amasando
el pan. O mamá preparando licor de dátiles.
será del color de la arena. En cuanto se despierte el viento
de la tarde, sé que mi oasis color arena desaparecerá.
Como desaparecen todos mis dibujos. Se los lleva el viento.
Pero entonces haré otro dibujo: mi hermana mayor amasando
el pan. O mamá preparando licor de dátiles.
Estoy dibujando en la arena, frente a nuestra jaima. Llega la maestra
y me sonríe. Entra y habla muy rápido con mi madre.
No entiendo lo que dice. Poco después, sale precipitadamente y
me coge de la mano.
y me sonríe. Entra y habla muy rápido con mi madre.
No entiendo lo que dice. Poco después, sale precipitadamente y
me coge de la mano.
—Abdulá, tengo una sorpresa para ti. Ven. ¡Corre!
Tengo que dejar mi dibujo a medias. Me da rabia.
Sé que, antes de que se lo lleve el viento, mi hermanita
pequeña lo pisará. Y ni siquiera se dará cuenta.
Tengo que dejar mi dibujo a medias. Me da rabia.
Sé que, antes de que se lo lleve el viento, mi hermanita
pequeña lo pisará. Y ni siquiera se dará cuenta.
La maestra me ha llevado casi a rastras a la escuela.
En la puerta hay un camión. No es el camión de siempre,
el del agua. Hay unas personas que no hablan en mi lengua.
Descargan grandes cajas. La maestra ha abierto una de
ellas y me ha enseñado su contenido.
En la puerta hay un camión. No es el camión de siempre,
el del agua. Hay unas personas que no hablan en mi lengua.
Descargan grandes cajas. La maestra ha abierto una de
ellas y me ha enseñado su contenido.
—¡Mira, Abdulá! —exclama, radiante—.
¡Papel! ¡Lápices de colores! ¡Fíjate, cuántos colores!
¡Y pinturas! Todo tipo de pinturas. ¡Libros y cuadernos y pinceles!,
¡y tijeras, y…! En Los ojos de Maima hay un brillo especial.
¡Papel! ¡Lápices de colores! ¡Fíjate, cuántos colores!
¡Y pinturas! Todo tipo de pinturas. ¡Libros y cuadernos y pinceles!,
¡y tijeras, y…! En Los ojos de Maima hay un brillo especial.
Yo no sé qué decir. Estoy fascinado.
Una de las señoras me mira sonriente y me dice con acento extranjero:
Una de las señoras me mira sonriente y me dice con acento extranjero:
—Me han dicho que te gusta mucho dibujar… A partir de ahora
tendrás siempre lápices de colores y papel. ¿Te apetece que
dibujemos juntos? Salgo de mi hechizo.
¡Tengo que ir corriendo a contárselo al abuelo!
tendrás siempre lápices de colores y papel. ¿Te apetece que
dibujemos juntos? Salgo de mi hechizo.
¡Tengo que ir corriendo a contárselo al abuelo!
Y mientras no llega ese día que el abuelo espera,
pintaré de mil colores mi rebaño, mi oasis, mi mar…
¡Y muchas cosas más que ya no se llevará el viento!
pintaré de mil colores mi rebaño, mi oasis, mi mar…
¡Y muchas cosas más que ya no se llevará el viento!
Aunque, por si acaso, seguiré dibujando en la arena.
Si Nadjma se pierde, siempre podrá volver al corral.
Eso, si no se despierta el siroco y se lleva mis dibujos del color de la arena.
Si Nadjma se pierde, siempre podrá volver al corral.
Eso, si no se despierta el siroco y se lleva mis dibujos del color de la arena.
Elena O’Callghan i Duch.
jueves, 30 de octubre de 2014
Un ejemplo de de persona, lo admiro!!!
Se marcha EL GRAN Pepe Mújica, después de legalizar el matrimonio homosexual, la marihuana y lo más importante; reducir la pobreza un 80% en su país. "Nadie es perfecto" se decía al final de la mítica película de Billy Wilder, pero usted, Presidente, lo parece!! GRACIAS por su ejemplo de humildad, inteligencia y empatía al verdadero servicio del pueblo soberano!! Un autentico revolucionario de la democracia al que el poder no cambió ni corrompió. Tenia una mayoría parlamentaria como para cambiar 'un articulito' y buscar la reelección, no lo hizo y sale más grande.... Un ejemplo de hombre político que vive para la política y no de la política. Obstinado en ser fiel a su ideología y un gran progresista. Sencillo y sensato pues sabia que el poder no corrompe, simplemente muestra realmente quién eres . Un ejemplo a seguir para los nueva camada de mujeres y hombres que incursionan en la carrera política. Un grande el Pepe!
El vuelo del halcón.
Un rey recibió como obsequio dos pequeños halcones y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara. Pasado unos meses, el maestro le informó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente, pero que al otro, no sabía que le sucedía pues no se había movido de la rama donde lo dejó, desde el día que llegó. El rey mandó a llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie pudo hacerlo volar. Al día siguiente el monarca decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una recompensa a la persona que hiciera volar al halcón. A la mañana siguiente, vio al halcón volando agilmente por los jardines. El rey le dijo a su corte:
—Traedme al autor de este milagro. Su corte le llevó a un humilde campesino. El rey le preguntó:
—¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres acaso un mago? Intimidado el campesino le dijo al rey:
—Traedme al autor de este milagro. Su corte le llevó a un humilde campesino. El rey le preguntó:
—¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres acaso un mago? Intimidado el campesino le dijo al rey:
—Fue fácil, mi Señor, sólo corté la rama y el halcón voló, se dio cuenta de que tenía alas y se largó a volar.
Alcancemos alturas antes de que alguien nos corte nuestra rama.
Se desconoce el autor.
Se desconoce el autor.
miércoles, 29 de octubre de 2014
La estación del metro y el violinista....
Joshua Bell. |
Un hombre se sentó en una estación de metro en Washington DC y comenzó a tocar el violín, era una fría mañana de enero. Interpretó seis piezas de Bach durante unos 45 minutos. Durante ese tiempo, ya que era hora pico, se calcula que 1.100 personas pasaron por la estación, la mayoría de ellos en su camino al trabajo.
Tres minutos pasaron, y un hombre de mediana edad se dio cuenta de que había un músico tocando. Disminuyó el paso y se detuvo por unos segundos, y luego se apresuró a cumplir con su horario.
Un minuto más tarde, el violinista recibió su primer dólar de propina: una mujer arrojó el dinero en la caja y sin parar, y siguió caminando.
Unos minutos más tarde, alguien se apoyó contra la pared a escucharlo, pero el hombre miró su reloj y comenzó a caminar de nuevo. Es evidente que se le hizo tarde para el trabajo.
El que puso mayor atención fue un niño de 3 años. Su madre le apresuró, pero el chico se detuvo a mirar al violinista. Por último, la madre le empuja duro, y el niño siguió caminando, volviendo la cabeza todo el tiempo. Esta acción fue repetida por varios otros niños. Todos sus padres, sin excepción, los forzaron a seguir adelante.
En los 45 minutos que el músico tocó, sólo 6 personas se detuvieron y permanecieron por un tiempo. Alrededor del 20 le dieron dinero, pero siguió caminando a su ritmo normal. Se recaudó $ 32. Cuando terminó de tocar y el silencio se hizo cargo, nadie se dio cuenta. Nadie aplaudió, ni hubo ningún reconocimiento.
Nadie lo sabía, pero el violinista era Joshua Bell, uno de los músicos más talentosos del mundo. Él había interpretado sólo una de las piezas más complejas jamás escritas, en un violín por valor de 3,5 millones de dólares.
Dos días antes de su forma de tocar en el metro, Joshua Bell agotó en un teatro en Boston, donde los asientos tuvieron un promedio de 100 dólares.
Esta es una historia real. Joshua Bell tocando de incógnito en la estación de metro fue organizada por el diario The Washington Post como parte de un experimento social sobre la percepción, el gusto y las prioridades de la gente. Las líneas generales fueron los siguientes: en un entorno común a una hora inapropiada: ¿Percibimos la belleza? ¿Nos detenemos a apreciarla? ¿Reconocemos el talento en un contexto inesperado?
Una de las posibles conclusiones de esta experiencia podrían ser:
Si no tenemos un momento para detenerse y escuchar a uno de los mejores músicos del mundo tocando la mejor música jamás escrita, ¿cuántas otras cosas nos estamos perdiendo?
Por: Josh Nonnenmocher
martes, 28 de octubre de 2014
Y UNO APRENDE....
Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma, y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa seguridad y uno empieza a aprender. Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes… y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad. Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calor del sol quema. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores. Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende… y con cada día uno aprende.
Jorge Luis Borges
lunes, 27 de octubre de 2014
Mi presidente por solo unos días mas!!!.
Ayer hubo elecciones y la ley en Uruguay no permite que se vuelva a postular el último gobernante así que el partido mas votado fue el Frente Amplio, al cual pertenece Mujica, Pero los votos no fueron suficientes para ganar en primera vuelta y va a haber valotage, tenemos que volver a votar el 30 de noviembre. |
NO SOY VIEJA, TENGO JUVENTUDES ACUMULADAS...
La madurez es el arte de vivir en paz con lo que es imposible cambiar. - Para el profano , la tercera edad es invierno , para el sabio , es la estación de la cosecha. - No es viejo aquel que pierde su cabello , sino el que pierde sus esperanzas. - No es viejo el que mantiene su fe en si mismo. el que vive siempre alegre , convencido de que para el corazón no hay edad. - Viéndolo bien, no somos tan viejos; lo que pasa es que tenemos muchas juventudes acumuladas. - No habrá fuerza capaz de detener a quien sueña , a quien construye aun sobre las cenizas , a quien ama , a quien espera de la vida el momento mágico de una ilusión , a quien no olvida que el tiempo pasó, si...pero no se llevó consigo su corazón. Por lo tanto , construye , ama , espera....y no dejes de soñar.
domingo, 26 de octubre de 2014
Si me voy antes tu !!!
Esto lo publique hace mucho tiempo para dejárselo a mi esposo en caso de partir primero.
Lo vuelvo a compartir para que lo lean.
Si me voy antes que tú, no llores por mi ausencia; alégrate por todo lo que hemos amado juntos.
No me busques entre lo muertos, en donde nunca estuvimos; encuéntrame en todas aquellas cosas que no habrían existido si tú y yo no nos hubiésemos conocido.
Yo estaré a tu lado, sin duda alguna, en todo lo que hayamos creado juntos: en nuestra hija, por supuesto, pero también en el sudor compartido tanto en el trabajo como en el placer, y en las lágrimas que intercambiamos.
Y en todos aquellos que pasaron a nuestro lado y que, irremediablemente, recibieron algo de nosotros, y llevan incorporado -sin ellos ni nosotros notarlo- algo de ti y algo de mí.
También nuestros fracasos, nuestra indolencia y nuestros pecados serán testigos permanentes de que estuvimos vivos y no fuimos ángeles, sino humanos.
No te ates a los recuerdos ni a los objetos, porque dondequiera que mires que hayamos estado, con quienquiera que hables que nos conociese, allá habrá algo mío. Aquello sería distinto, pero indudablemente distinto, si no hubiésemos aceptado vivir juntos nuestro amor durante tantos años; el mundo estará ya siempre salpicado de nosotros.
No llores mi ausencia, porque sólo te faltará mi palabra nueva y mi calor de ese momento. Llora, si quieres, porque el cuerpo se llena de lágrimas ante todo aquello que es más grande que él, que no es capaz de comprender, pero que entiende como algo grandioso, porque cuando la lengua no es capaz de expresar una emoción, ya sólo pueden hablar los ojos.
Y vive. Vive creando cada día, y más que antes. Porque yo no sé cómo, pero estoy segura de que, desde mi otra presencia, yo también estaré creando junto a ti, y será precisamente en ese acto de traer algo que no estaba, donde nos habremos encontrado.
Así, con esa esperanza, deberás continuar dejando tu huella, para que, cuando tu muerte nos vuelva a dar la misma voz, cuando nuestro próximo abrazo nos incorpore ya sin ruptura a una nueva vida, si es que hay otra vida, muchos puedan decir de nosotros: si no nos hubiesen amado, el mundo estaría más triste.
Lo vuelvo a compartir para que lo lean.
Si me voy antes que tú, no llores por mi ausencia; alégrate por todo lo que hemos amado juntos.
No me busques entre lo muertos, en donde nunca estuvimos; encuéntrame en todas aquellas cosas que no habrían existido si tú y yo no nos hubiésemos conocido.
Yo estaré a tu lado, sin duda alguna, en todo lo que hayamos creado juntos: en nuestra hija, por supuesto, pero también en el sudor compartido tanto en el trabajo como en el placer, y en las lágrimas que intercambiamos.
Y en todos aquellos que pasaron a nuestro lado y que, irremediablemente, recibieron algo de nosotros, y llevan incorporado -sin ellos ni nosotros notarlo- algo de ti y algo de mí.
También nuestros fracasos, nuestra indolencia y nuestros pecados serán testigos permanentes de que estuvimos vivos y no fuimos ángeles, sino humanos.
No te ates a los recuerdos ni a los objetos, porque dondequiera que mires que hayamos estado, con quienquiera que hables que nos conociese, allá habrá algo mío. Aquello sería distinto, pero indudablemente distinto, si no hubiésemos aceptado vivir juntos nuestro amor durante tantos años; el mundo estará ya siempre salpicado de nosotros.
No llores mi ausencia, porque sólo te faltará mi palabra nueva y mi calor de ese momento. Llora, si quieres, porque el cuerpo se llena de lágrimas ante todo aquello que es más grande que él, que no es capaz de comprender, pero que entiende como algo grandioso, porque cuando la lengua no es capaz de expresar una emoción, ya sólo pueden hablar los ojos.
Y vive. Vive creando cada día, y más que antes. Porque yo no sé cómo, pero estoy segura de que, desde mi otra presencia, yo también estaré creando junto a ti, y será precisamente en ese acto de traer algo que no estaba, donde nos habremos encontrado.
Así, con esa esperanza, deberás continuar dejando tu huella, para que, cuando tu muerte nos vuelva a dar la misma voz, cuando nuestro próximo abrazo nos incorpore ya sin ruptura a una nueva vida, si es que hay otra vida, muchos puedan decir de nosotros: si no nos hubiesen amado, el mundo estaría más triste.
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