jueves, 4 de septiembre de 2014

Otro de mis personajes inolvidables.





Pienso que todos en el correr de la vida conocemos algunas personas que marcan nuestra vida y vivirán en nuestra corazón  para siempre.  En mi caso tengo unos cuantos.
Voy a empezar por contarles de una chica llamada Marisa, la conocí un día que vino a comprar algo a un almacén de mi propiedad, allá por el año 1985, se notaba que padecía de atraso mental, tenia como veinticinco años y actuaba como si tuviera catorce.
Como se habrán dado cuenta, me gusta mucho hablar y siempre atendía a mis clientes con mucho respeto sin importarme, el aspecto físico, su condición mental, a los que tenían dinero o a los pobres, mis padres me enseñaron a no hacer distinción con nadie. "Trata a todas las persona como iguales, sin discriminar a nadie, piensa que si un día tienes un accidente en la calle, tanto te puede ayudar un rico como uno de esos señores que andan recogiendo desperdicios con un carrito por la calle", palabras textuales de mi padre.
Recuerdo que esta chica me pidió que le vendiera un pancito, dos rodajas de queso y una bebida chica, le pregunte si quería que le abriera el pan para así poder ponerle el queso y me dijo que sí; me pregunto si se podía sentar en una silla que había cerca del mostrador y asentí.
Eran como las dos de la tarde, cuando no mucha gente hacia sus compras, así que tuve bastante tiempo para conversar con ella, le pregunte su nombre, Marisa me dijo, me contó que algunas veces le daban ataques de epilepsia, que ese día venia del hospital donde le daban los medicamentos para esa enfermedad. Me pregunto si necesitaba algún medicamento, porque los médicos de la policlínica la conocían y le daban recetas de lo que ella pidiera, después ella con las recetas iba a los laboratorios y conseguía los remedios y los vendía mas baratos que en la farmacia. Llevaba consigo una bolsa grande con cremas, pomadas y muchos comprimidos para todas las dolencias, apósitos para quemaduras y muchas otras cosas, ese día me quede con una pomada para dolores musculares y así no cobrarle lo que había consumido.
Desde ese día fue una amiga constante, venia casi todos los días, me contó que no tenia papá, pero si mamá y hermanos, eran muy pobres y ella ayudaba con su curro de los medicamentos.
Era todo un personaje, en ese entonces mi hija tenia trece años, si yo mandaba a mi hija a la panadería o a alguna tienda a buscar algo, ella siempre estaba dispuesta a acompañarla y la cuidaba, era muy servicial, siempre estaba dispuesta para hacer cualquier cosa que estuviera a su alcance para ayudarme.
Cada   vez que venia ya sabia que tenia su sandwiched y bebida gratis, para mi era una alegría tenerla ahí y poderla ayudar de alguna manera, algunas veces me pedía para bañarse en casa porque en la suya no tenia agua corriente. Creo que algunas historias las inventaba, me decía que tenia un novio que era sereno de una fabrica y que ella lo iba a ver de noche, que se iba a casar pronto, que la mamá todavía no lo conocía, (no creo que su mamá la dejara salir por la noche sabiendo de su discapacidad).
Muchas veces mi esposo llegaba de trabajar y si estaba ella le decía,"Hola mi amor como estas , te estuve extrañando", se ponía como loca, decía, "mira Vicky lo que me dice tu marido", para seguir la broma yo hacia que lo rezongaba, y mi marido seguía,  refiriéndose a mi, " yo a esa vieja no la quiero más, ahora estoy buscando una novia joven", ella siempre me defendía.
Los buses no le paraban, ya la conocían, porque como ella tenia un carnet para viajar gratis como discapacitada y si no había asientos libres alguien se lo tenia que ceder, si nadie se lo daba armaba escándalo, se hacia respetar. Entonces siempre que venia a casa, cuando se iba yo o mi hija íbamos con ella a la parada del ómnibus, parábamos el bus y subía ella, pienso que los chóferes nos odiarían, pero ellos tenían la obligación de parar sin importar quien estuviera en la parada.
Mi almacén se fundió, nunca supe decir que no cuando alguien me pedía algo fiado porque estaba sin trabajo o no tenia dinero por enfermedad o cualquier otra razón, así que tuve que cerrar y volver a empezar de cero en tierras lejanas,(Canadá), era la segunda vez que emigraba por razones económicas, otra vez el sufrimiento de dejar las personas que mas amo en el mundo atrás, mi hija que ya se había casado, hermanos, sobrinos y a Marisa que ya era casi otro miembro de la familia, Mis padres ya habían fallecido.
Cuando volví, seis años después, ya no supe mas nada de mi querida Marisa.
Bueno, ya les conté de Yamandú,  hoy le toco a Marisa, uno de estos días sigo con Martín mi hijo del corazón, es el que esta en la foto de este relato con Marisa.


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