viernes, 5 de septiembre de 2014

El pañuelo blanco.

La historia ocurrió en un pueblo muy pobre. El hijo de 17 años de una de las familias pidió permiso para ir a trabajar fuera. Se lo concedieron y entonces partió hacia otro pueblo.
Allí comenzó a trabajar en una gasolinera y con el tiempo empezó a robar pequeñas cantidades de dólares. Pero con el paso de los días, la suma se fue haciendo mayor. Finalmente, un día cogió 300 dólares con los que huyó y se dedicó a robar.
Luego formó una banda y siguió robando.
Era la vergüenza de su familia.
Al cabo de un año, su padre puso un anuncio en el diario, ya que no conocía su paradero, diciendo que su madre estaba muy enferma y pidiéndole que volviera para despedirse de ella.
Pero el hijo pensó que era una trampa y no regresó.
A los pocos meses la madre murió.
El muchacho continuó robando bancos hasta que lo atraparon y lo condenaron a 10 años de cárcel. Cuando cumplió su condena, tenía 30 años y quería cambiar, quería que su padre lo perdonara.
Entonces, antes de salir de prisión, le mandó una carta, diciéndole:
Papá:
¿Te acuerdas de aquél monte donde jugaba cuando era pequeño? ¿Recuerdas…? Había un manzano al que me gustaba trepar…
Ahora voy a coger el tren para ir al pueblo. Quiero trabajar y ser honesto, quiero cambiar de vida. Pero me importa mucho que me perdones. Si no lo haces, me esforzaré por demostrarte que he cambiado, con la esperanza de que un día me perdones. Si me perdonas, por favor cuelga un pañuelo blanco en el manzano; yo pasaré con el tren y si está el pañuelo iré a tu casa a abrazarte. Si no está, seguiré hasta el pueblo
El muchacho iba contándole toda la historia a un pasajero que estaba sentado a su lado en el tren. El joven se sentía tan nervioso que cuando vio que se acercaban al manzano, le pidió a su compañero que mirara por él. Después de pasar el monte, le preguntó muy angustiado:
  • ¿Había un pañuelo blanco colgado del manzano?
  • No, no había uno. El manzano estaba lleno de pañuelos blancos.


Silvia Salinas y Jorge Bucay.

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