viernes, 20 de septiembre de 2013

NO PODEMOS VIVIR CON MIEDO

¿Qué ocurre cuando el miedo te acecha? Esa sensación inexplicable de angustia y de ausencia de felicidad. Ese malestar limitante que te impide ser feliz. Todos los años entras en mi vida de forma fugaz; normalmente te vas y no dejas mucha huella de tu esporádica estancia. Todos los años excepto el último. Este año te encuentras aferrado a mí con más fuerza que nunca. No sólo limitas mis posibilidades, también limitas mis ganas de vivir, la ilusión que hace años me daba fuerza para hacer cualquier cosa que me propusiera y lograr llevarla a cabo. ¿Dónde está todo eso ahora? Menos mal que observo un ligero cambio en mí estos últimos días, aunque no sé si alegrarme: me da miedo pensar que, tras estos instantes de felicidad, llames de nuevo a mi puerta con tu aterrante sonrisa y me preguntes: " Why so serious? " En esos momentos, hasta el más mínimo ruido me aterra. Sólo necesito tranquilidad. Silencio. Sí, eso es: silencio. ¿Alguna vez te has parado a escucharlo? Esa sensación de bienestar que inunda todo tu cuerpo y logra tranquilizarte, dejar tu mente en blanco y evaporar tus problemas como si nunca hubieran existido. Esa sensación es mágica. Pero no siempre puedes mantenerla ni vivir en ese estado. También es bueno, qué bueno, magnífico y necesario diría yo, que el ruido y el sonido de la vida humana te inunden no ya de vez en cuando, sino con relativa frecuencia. Hay que encontrar una armonía entre ambos. No dejes que el silencio, por muy gratificante que te parezca, ocupe más instantes de los que debería en tu preciada vida. Deja atrás el miedo. Aunque te cueste lo impensable, intenta sentirte bien. Hazlo por lo que más quieras.